Haz lo que se te pide

03.12.2020

Levántate todas las mañanas. Ve a estudiar, consigue un título, ahora otro, consigue un trabajo, una pareja, cásate, ten hijxs, quéjate de tus hijxs. No duermen, solo lloran. Se vuelven adolescentes. No duermen, solo lloran.

Que ellxs también se levanten todas las mañanas. Que sigan tu vida. Que sigan la vida de lxs demás.

Levántate todos los días en tu cama de triple colchón, sin muelles y con garantía de cien días. Aprende a estar cómodx en tu sillón de masaje de último modelo, pero no en tu cuerpo.

Consigue un amigo, ahora un grupo de amigxs. Nos da igual como sean. Hazte parte de una peña y ve a comer la paella de Fulano todas las fiestas durante los próximos treinta años. No te olvides de las cañas de los viernes por la tarde, ni de los churros con tu familia y de la sensación de que te falta algo de los sábados por la mañana.

Compra el coche de último modelo, o el de antiguo modelo porque es vintage. Cómprate un teléfono con la mejor calidad de cámara de la historia para hacerte selfies en el baño. Compra cosas que no necesitas con el dinero que no tienes para conseguir una falsa y efímera sensación de felicidad.

Aguanta los comentarios de tus vecinos, de tus familiares, de tus compañeras de departamento. Saluda alegremente al panadero, y al frutero, y a la carnicera. Mantente en tu lugar cuando comentan por tercera vez en una conversación el frío que hace.

Soporta al idiota de turno hablando sobre cómo se siente más sabio por tener treinta años. O al que se siente más realizado por haber pasado cinco días en la India el verano pasado, y haber probado una sopa exótica.

Cuídate. Pierde un poco de peso, o más bien mucho. Come más zanahorias, te va bien para la vista. Y pescado. Y no fumes. Porque fumar mata.

Aprende inglés, italiano, alemán, francés. Supérate cada día. Ve a clases de aerobic los martes y los jueves de seis a siete. Retoma la guitarra. Lee tres libros al mes. Recuerda el documental que te recomendó aquella mujer en la cola del supermercado sobre salvar el planeta del calentamiento global.

Tranquilízate. Consigue ser zen. Mantén la calma. Haz yoga. Toma tres infusiones al día: una roja y dos verdes.

Elige ser feliz y la sensación de positividad te durará dos días. Elige estar triste y la vida que habías construido durará dos días.

Levántate todas las mañanas y soporta la presión de que tu vida no te pertenece. Siéntete juzgadx por todos, siéntete juzgado por ti.

Soporta que todo lo que estás viendo ahora ha sido visto antes y se volverá a ver después. Nada nuevo. Nada diferente. Solo nostalgia del fin de semana pasado y la necesidad de llegar al siguiente.

Haz las cosas porque te gustan, o porque crees que lo hacen.

Porque te divierten, o porque crees que lo hacen.

Recuerda el cumpleaños de tu novia, y el de tu amigo, y el de tu madre. 

Llama a la familia.

Busca inspiración. Créete diferente y especial. Ve a un museo, gástate cincuenta euros en la entrada y diez en un aperitivo al salir. Ve una película, y vuelve a verla, vuelve a verla por tercera vez. Pero nada raro, que por mucha novedad que busques, sabemos que temes tener que hacer un esfuerzo de adaptación a lo desconocido.

Busca descanso. Échate una siesta y ten pesadillas.

Convéncete de que estás bien. Pero, ¿lo estás realmente? Se están burlando de ti.

Te cansas y te vuelves egoísta e ignorante. 

Ahora tu única aspiración en la vida es levantarte todas las mañanas, aunque no hagas absolutamente nada. Porque hay gente que cuenta contigo, porque la sociedad cuenta contigo. No les importas, pero cuentan contigo. A veces. En ocasiones.

Despiértate cada día para replantearte en qué momento las Navidades dejaron de hacerte ilusión y los cumpleaños se volvieron un día más parar ti. Pierde la alegría. Pierde la motivación. Pierde las ganas de que te importen las cosas. Pierde todo tu dinero en propiedades que te poseen a ti.

Piérdelo todo y, en el caso de poder recordar un momento feliz, sé nostálgicx.

Levántate todas las mañanas, mírate en el espejo, lávate la cara, ahora los dientes. Fíjate bien en tus manchas y en tus ojeras. La crema que te echas por las noches no funciona: lo que necesitas no es una piel lisa, sino la energía para poder seguir adelante.

Levántate todas las mañanas y convéncete de que todo lo que haces tiene un sentido y merece la pena. Quizás sea así.